¡Poder, esa chúcara quimera!
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
30-10-2024
Aposentados en sillón y desde muy lejos o más o menos cerca, hay otros que cotizan nuestra moneda, nos definen como riesgo país, nos colocan como despensas gasíferas, energéticas, acuíferas o minerales de sus logísticas unipolares y están tomando las previsiones contra el inevitable dragón chino que despertó con furia potente y que procura, por su lado, en América Latina, una recepción amable para sus inversiones multimillonarias.
A menudo, con la fragilidad que surge de la criminal ignorancia, a veces adrede, se confunde poder con gobierno. El poder ordena con voz terminante, los gobiernos administran los úcases con disciplina de cajeros alertas.
¡Poder, esa chúcara quimera!
El cuento del sistema democrático contribuye en no poco a esta falta de claridad porque se enmascara un comicio como la muestra feliz y sublime de la “expresión ciudadana”. Y aunque el escenario electoral es cada día más anémico y falta de fuerza, es lo que tenemos.
Cuando el hombre común y corriente debe escoger, lo hace entre ilustres desconocidos, no pocos payasos o rostros demasiado viles y corruptos.
Por tanto, la democracia no sólo no se renueva, sino que vulgariza su contenido, lo empequeñece y torna cualquier cosa, menos un ejercicio cívico de profilaxia social.
¡Poder, esa chúcara quimera!
Cualquiera llega al gobierno y ejemplos recientes y vigentes hay múltiples. El poder mayestático, insolente, fuerte, está allí, mandando por encima y con todas sus correas de transmisión.
¿Será coincidencia que casi todos nuestros ex presidentes han terminado en la cárcel? Con la excepción volátil y pusilánime de uno?
Nuestros esquemas productivos no se deciden en Perú. Los planifican y seleccionan poderes foráneos.
El poder y sus genízaros, empujan sibilinamente a la continuación de Perú como proveedor de materia prima, sin mayor industria y sujeto a los precios que las potencias fijan y nosotros no hacemos más que aceptar. Ominosamente.
¡Poder, esa chúcara quimera!
Las más de las veces, los que llegan al gobierno tan sólo administran la hacienda para los poderes. Nuestros presidentes han sido fiel caricatura grotesca.
Los mandarines, eslabones de cadenas de transmisión, serviles orgánicos que no dudan en vender a sus madres y pelear el precio centavo por centavo, son los peores enemigos del pueblo.
Ellos, de todo signo y pelaje, organizan, intelectualizan y judicializan la sumisión moderna de nuestros pueblos.
¡Poder, esa chúcara quimera!
O fabrican contratos ley para no tributar honestamente.
En nombre de supuestos respetos a los derechos humanos se nutren de fondos que sólo procuran mantener el status quo de pueblos dependientes.
Productores y exportadores primarios, destinados unidireccionalmente a proveer de mano de obra barata y profesionales de muy bajo precio, con un modelo servil e incuestionable porque el poder impone cánones y no admite discusión de ninguna especie.
¡Poder, esa chúcara quimera!
Para este esclavismo moderno, los medios de comunicación acríticos y matrimoniados con la publicidad a secas, ostentan los más vergonzosos baldones de comportamiento público.
Al autocensurarse, modelan un paradigma aparentemente correcto pero que en la realidad funciona como candado informativo o guillotina para cualquier iniciativa libre e iconoclasta.
Los miedos de comunicación, elevan como sepultan, dicen medias verdades y confunden a millones que no tienen cómo saber de verdades que nunca conocerán porque pandillas enteras están pagadas para no emitirlas. Son parte del poder.
El gobierno es la administración y nada se hace sin consulta y aquiescencia de ultramar.
Cuando, peor aún, carece de una fuerte composición nacional y nacionalista, el régimen adolece de un cáncer terminal que acabará irremisiblemente con sus días hasta antes de haber culminado su teórico mandato, porque declinará cualquier protesta para sumarse al coro uniforme que dictan los poderes.
¡Poder, esa chúcara quimera!
Ganar elecciones es un hecho que tan sólo constituye un escalón. Sin dejar de ser importante, no equivale a la toma del poder en el sentido clásico e integral pero en cualquier esquema político deviene esencial definir el poder y cómo capturarlo.
En tiempos actuales, la yerta y tristísima soledad de los partidos y su falta de representación al interior de sus sociedades nacionales sólo produce esperpentos de los que hay muchos ejemplos lamentables. Gobiernos entreguistas, vasallos, eructos sociales en forma de peonaje vil, son facetas de su natural comportamiento institucional antipatriótico.