Negociados y vacas sagradas
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
29-11-2024
Como el final de contratos tácitos y su renovación delictiva y no escrita, tiene fecha para el 2026, las vacas sagradas afilan las uñas por la sencilla razón que no pueden estar fuera del business.
Las vacas sagradas manejan portátiles (gritones con camisetas, pitos y pica pica para festejar a su empleador-jefe) que contribuyen con el nivel de ruido necesario para dar la impresión de multitud o adhesión fervorosa.
Traidores y oportunistas, irresponsables que traficaron una y mil veces todos los principios con tal de seguir la fiesta con el dispendio del dinero del contribuyente o con contratos con nombre y apellido bajo la mesa, renovaron apariencias, se pusieron a tono con los temas y entre sus muchas palabrejas, una de las infaltables es “gobernabilidad”.
Curiosamente, aunque las vacas sagradas son por principio inflexible, profundamente antidemocráticas, su constitución y militancia está en todas las agrupaciones, muchos han sido diputados y senadores, alcaldes o presidentes regionales y han fabricado un “derecho” que eso les sindica como los mejores candidatos porque tienen “experiencia”.
Más aún, las vacas sagradas tienen su ley de partidos políticos que les otorga fondos que manejan ¡como les da la gana! ¿No ha visto el país como se organizan bodrios a los que llaman congresos o conferencias que son, en el mejor de los casos, componendas y cuchipandas para cohonestar el gasto de 10 y justificar S/ 100?
¡Poco importa que su “labor legislativa”, la de las vacas sagradas, haya sido de una pobreza escandalosa! Que su paso por el Parlamento grafique un oscuro túnel de bajezas, eso sí, avituallados de batallones de secretarias, tropas de asesores, choferes a disposición y servilismos que los protocolos prescriben para referirse a ellos. ¿Cómo abandonar esos privilegios? Ni qué decir de la paga puntual o negocios conexos.
A las vacas sagradas espanta cualquier clase de renovación intelectual, dirigencial o relevo por la evaluación severísima de sus gestiones. Meten la pata con frecuencia, es decir casi siempre, sus decisiones van al compás del viento comercial que las impulsa.
En el redil de las vacas sagradas se cumple la regla de oro: ¡quien tiene el oro, pone la regla!
Nadie podría tener inconveniente a que las vacas sagradas se diviertan, hagan sus deportes, fiestas, convites sociales o celebraciones mafiosas, a condición insustituible que lo hagan con su dinero. Pero el 98% de las veces es del efectivo del pueblo, de dónde salen los fondos ilegales para pagar la comisión de delitos.
Por tanto, las vacas sagradas constituyen el impedimento y la cerrazón a los vientos regeneradores de las nuevas juventudes. A éstas les tienen miedo, porque su vigor y salud atisban que en cualquier momento se descubrirán sus trapacerías.
¿Qué actividad en el Perú está alejada de los goznes corruptos de la maquinaria del delito?
El recuento de los días precedentes, nos ubica entre las naciones más profundamente erosionadas por el gerente corrupto, venal, miserable, capaz no solo de vender a su madre, sino de discutir, centavo por centavo, el precio de su progenitora.
¿Está todo perdido? Me atrevo a pensar que no. Una de las primeras dinámicas a impulsar consistirá en jubilar y enviar al asilo, establo o casa de reposo, a las vacas sagradas. Su cacareada experiencia sirve para la estafa y la monra o la burla al sentir social genuino y sin mácula. Sus riquezas no tienen explicación razonable, autos, casas, viajes, clubes sociales y playeros exclusivos, suntuosidades que reposan sobre crímenes.
Las vacas sagradas crearon un derecho por antigüedad y en sus congresos evitaron el escrutinio de sus gestiones. Es más, se hacen llamar “históricos”. ¿Qué pueden exhibir piltrafas sociales sino los jirones de su miseria y egoísmo?
“El Perú necesita una revolución moral. Hombres y mujeres de todos los partidos, de la multitud de colectivos, de las diferentes congregaciones religiosas y laicas, de todas las edades, de todos los confines, de todas las sangres, tienen el imperativo imperioso de pelear por la unidad y presentar una faz depurada como sólida frente a los fantasmones. ¡Basta de candidaturas presidenciales! ¡Hagamos una sola que garantice el éxito! ¡Paremos a los esquiroles amantes de la figuración enfermiza! ¡Seamos dignos de nuestra historia haciendo historia y no pesadilla diaria que averguence a las próximas generaciones!” ¡Perú necesita una revolución moral!, 17-11-2000 (Liberación)