1879: ¡porqué se perdió la guerra! II
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
17-6-2025
1879: ¡porqué se perdió la guerra! II
Siempre cordial y afable, don Héctor Vargas Haya y absolutamente lúcido a sus más de 98 años, absolvió unas consultas en torno a los infaustos sucesos en la guerra de 1879. Sus respuestas, in extenso, abordan temas disimulados u obliterados por la historiografía oficial.
Leamos este II capítulo.
Todo para Dreyfus
Por su parte, el historiador chileno Gonzalo Bulnes, en su libro “La Guerra del Pacífico”, sostiene: Dreyfus se presentaba como acreedora del Fisco peruano por cuatro millones de libras esterlinas…..Piérola aceptó el reconocimiento de esa deuda y otorgó a Dreyfus el derecho de exportar 800,000 toneladas de guano del punto de la Costa que quisieran y percibir como comisión de venta, cinco libras esterlinas por tonelada, etc
“Piérola abordó el problema de consagrarse a los tenedores de la deuda pública, que en su mayoría eran ingleses, entregándoles en propiedad todos los ferrocarriles del país y otorgándoles, además, por veinticinco años el privilegio de explotación sobre esas líneas y sobre los ramales y prolongación que construyeran.
Emitió acciones ferrocarrileras por el valor total de esas obras y por la diferencia hasta igualar el monto de la deuda nacional, les ofreció títulos con un 21/2% de interés y 1 ½ de amortización. -Vol. II, pag 9ª.
Iglesias proditor
Respecto de Miguel Iglesias, fue clara su posición pro-chilena al sostener que “la mejor guerra que se podía librar a Chile era la rendición, proclamada en abril de 1882, y su promesa de abstenerse de pelear contra los chilenos, ante el general Estanislao del Canto. Repetía que “Chile no quiere la muerte del Perú y pretende la paz ventajosa en la medida en que le daban derecho a ello sus victorias”.
En el New York Herald de Nueva York, el 13 de agosto de 1883, declaraban los chilenos sobre Iglesias: “Damos toda clase de ayuda: dinero, armas y destrucción de sus enemigos”. Basadre expresa que Iglesias apareció en la escena política peruana e internacional para hacer el juego al enemigo y volver estériles las hazañas de Cáceres”.
Apresado en el combate de Miraflores y Chorrillos, Iglesias, negoció su libertad con Chile, bajo su promesa de eliminar a Cáceres y a Montero y propiciar la rendición peruana, prometida en su “Manifiesto de Montán”, del que se derivó el Tratado de Ancón, y la entrega de Tacna, Arica y Tarapacá, por lo que fue declarado traidor a la patria y borrado del Escalafón Militar, por decreto de 9 de noviembre de 1882 y juzgado por el Consejo de Guerra.
Comandando el ejército del Norte, Iglesias camufló a soldados chilenos y gestó ataques contra Cáceres. El aliado de Iglesias, general Arnaldo Panizo, apresó al coronel Remigio Morales Bermúdez, jefe de las tropas, en Acuchimay.
Traidor y mentiroso
Iglesias embaucaba a los soldados peruanos para que pelearan contra Cáceres, que combatía en Carmen Alto contra las fuerzas de Panizo, partidario de Piérola. Así logró la derrota de Cáceres, en Huamachuco y el avance de las tropas chilenas de Tacna hasta Arequipa, declarada “Ciudad Abierta”, por el alcalde Armando de la Fuente, el 29 de octubre de 1883, ante el coronel chileno José Velásquez, después de que Iglesias propició el fracaso de Montero, que al mando de 10,000 soldados se vio impedido de posesionarse en Arequipa, sitiada por los chilenos y la coordinación de Piérola e Iglesias.
Una Asamblea pierolista del Norte nombró a Iglesias “Presidente Regenerador”, ratificado el 7 de diciembre, por otra del mismo pelaje, y Lima fue ocupada por los chilenos en coordinación con Piérola e Iglesias.
Peruanos perdieron la guerra
“Chile no ganó la guerra, fueron los peruanos los que la perdieron”, decía el historiador Pablo Macera, y sostenía que la única guerra ganada por el Perú fue la sostenida en el Centro por Cáceres.
Y el profesor Luis Guzmán Palomino trasmite lo que Cáceres refiere en sus memorias: “Grande fue la actividad desplegada en la faena reorganizadora del ejército, podía disponer de personal, pero carecía de armas y municiones. En vano esperé las ofrecidas por Montero y las que pudieron venir de Bolivia.
Las comisiones que envié a Arequipa fueron desatendidas, y trascurrieron los meses en espera de esos elementos, en tanto los chilenos prepararon contra el ejército del Centro la campaña que habría de finalizar en Huamachuco”.
De hinojos y sin verguenza
También recuerda la proclama del 16 de octubre de 1882, en la que Cáceres condenó la traición de Iglesias: “Lo que hoy pretende el general Iglesias, olvidando en hora lamentable el buen nombre del Perú, es una paz implorada a Chile de rodillas, paz humillante y vergonzosa que subleva todo sentido de indignación y ante la cual el patriotismo se encuentra escarnecido y degradado”.
Si en realidad, Miguel Iglesias participó en la contienda de Miraflores y Chorrillos, el 13 de enero de 1881, claudicó después de haber sido apresado, porque negoció su libertad, juró su colaboración con Chile, a las órdenes del almirante Patricio Lynch, contra el ejército de Cáceres, y prometió la firma del Tratado de Ancón, del 20 de octubre de 1883 y la entrega a Chile de Tacna, Arica y Tarapacá.
Continuamos mañana.