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Política: perversión del autoengaño

Política: perversión del autoengaño

Publicado: hace 3 horas


Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

23-6-2025

Política: perversión del autoengaño


Autoengaño: Es un fenómeno psicológico donde una persona se convence de una realidad que es falsa o distorsionada, a menudo para evitar enfrentar emociones difíciles o verdades desagradables. Implica un proceso de negar, justificar o distorsionar la evidencia o argumentos contrarios a sus propias creencias o deseos.

Entre las más atroces prácticas políticas, con la repetición de estribillos, cánticos huecos y de nula comprobación actual, alusiones a militancia de la que se carece, está el autoengaño. Lo practican quienes necesitan siempre justificar su “liderazgo” o reafirmar su “legitimidad” ante los financistas y que han capturado desde lustros varios, la cúpula de los clubes electorales.

No importa que su club electoral, alias partido político, obtuviera un mísero 5.8% en presidenciales y ni 3% en otra justa más reciente, lo que les hizo perder la inscripción ante el Registro de Organizaciones Políticas, hoy transitan por la misma ruta derechos a se acabar y consumir.

Leamos las siguientes líneas del discurso pronunciado el 4 de julio de 1962, por Víctor Raúl Haya de la Torre:

“…tenemos que reconocer lo que fue perceptible al día siguiente de la elección. Por ejemplo, que el Partido Aprista en el campo electoral ya no podría llamarse más “partido de las mayorías nacionales, y que como dije a algunos compañeros, este honroso título que por 30 años hemos ostentado, debe tenerse por lo pronto en la refrigeradora y esperar que lo recuperemos en otras elecciones”. Obras Completas, Tomo V., p. 476.

Inferir el reconocimiento de Haya a un resultado electoral que le favoreció pero que no alcanzó el tercio para hacerse de la presidencia, también permite conocer de su análisis respecto de qué ganó (o disminuyó) al movimiento aprista luego de la llamada Convivencia entre 1956-62.

No caminó Haya por el engaño, el timo y la estafa política para con los suyos que eran un potente y muy poderoso tercio a lo largo y ancho del Perú. ¿Podrían los que hoy mal capitanean, desprestigiados, sin ningún poder electoral, repetir sus palabras?

En ¡El crimen de engañar al pueblo!

http://www.voltairenet.org/article185194.html?var_mode=recalcul , 4-9-2014, anoté:

“En una balanza, las excepciones honestas y limpias, no equilibran el desafortunado peso de atorrantes, logreros y capituleros que no pudieron darle al Perú una velocidad de crucero ni construyeron un proyecto nacional.

¿De qué son sospechosos muchos personajes y en qué escándalos están metidos? ¿Por logros sociales, proezas en favor de las grandes mayorías? O ¿por rateros, delincuentes, monreros y estafadores de la fe popular que los ha visto enriquecerse, manejar autos BMW y con casitas de 1 millón de dólares para arriba?

El lector puede darse cuenta de la calidad de los protagonistas y sabe -o intuye- de qué madera está hecho cada quien. Espíritus apolillados, plenos en suciedad y prontuario, jamás podrán dictar cátedra de moral.

No sólo eso, a ciertos tipos, la palabra moral les solivianta con rabia y les hace coger, como hacía el nazi Goebbels con el término cultura, el revólver o la carabina simbólica y destructora de cualquier buen afán.”

¿De qué organización hablan los clubes electorales? Sus “militantes” o son cincuentones o se solazan en la recordación antaña que carece hoy de vigencia. Los que siempre están son los “dirigentes” que pagan las portátiles, digitan las correas de transmisión de sus proyectos egoístas y personalistas, en buena o mala cuenta, ayuno de masas y carencia de proyecto nacional.

La desorientación que genera el autoengaño a veces produce confusiones de humor negro: un militante me pregunta: “total, ¿somos de izquierda o de derecha?”. La mezcla repugnante con el fujimorismo y su designio depredador-delictivo, es inocultable y traidor a cualquier principio moral o ideológico.

El autoengaño es el blindaje que usan las cúpulas a las que interesa que ninguno de los caños financieros o coimeros para trabajos de movilización, sea afectado o que busque nuevos clientes más jóvenes y más baratos.

Que el país transite de tumbo en tumbo, es lo que menos preocupa a los fautores del autoengaño. Sí viven detrás de los asaltantes de la cosa pública. Se los ve en marchas, megáfono en mano, alentando a las pandillas de hampones que pretenden las instituciones, únicas garantías de impunidad.

El trágico problema es que el autoengaño sólo es lampo fugaz, ilusión y muy efímera esperanza que nace mal, por tanto, sus frutos son volátiles.

El sentido histórico de una misión colectiva en pro de un Perú libre, justo, culto y digno, no es parte integrante del menú autoengañista. Por el contrario, el inmediatismo frágil merece preferencia porque, además, es la orden pagada de los capitostes. Opinar está prohibido y siempre dirán que las puertas están abiertas para entrar. Pero, sobre todo, para salir.

En parte eso explica que los clubes electorales estén desiertos de juventudes aguerridas que sientan que el llamado a construir el país, los acoge como elementos indispensables. Y son varios cientos de miles de jóvenes talentos que ya se aventuraron hacia otros países bajo el supuesto que les irá mejor.

El autoengaño debe ser desenmascarado y sus portavoces, necios y torvos, fulminados de la cosa pública porque todo lo que tocan lo envilecen y lo ensucian.

¿Alguien se atreve a hacerlo?


Escrito por

herbertmujicarojas

¿Será lícito describirse uno mismo? Al servicio y consagración de las causas populares. Nada hay más importante que procurar la victoria de los ideales que pasan por un Perú libre, justo y culto.


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