¡Diplomas como chapitas y a montones!
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
20-7-2025
¡Diplomas como chapitas y a montones!
En Perú, no tengo certeza que tenga iguales características en otros países, los diplomas, doctorados, grados universitarios, se extienden con una facilidad pasmosa. De pronto y gracias al lucrativo negocio, poseemos más generales que milicianos en armas, algo así como el dicho gringo: too many chiefs, few indians.
Los diplomas que “confirman” el estudio de profesiones, menudean y las fábricas tienen certificación de los ministerios ¡como si se tratara de chapitas, y a montones!
No hay quien pueda decir o afirmar con seriedad que la educación no es un negociazo de esos que vuelven a carretilleros o personajes sin ninguna luz intelectual, en rectores, decanos, coordinadores, poseedores de maestrías baratas, en la esquina y debajo de cada piedra en el país.
No es un tema ideológico partidario. Además, en Perú NO existen los partidos, hay clubes electorales cuyo fin supremo es colocar autoridades en el Congreso y alcaldías. No enseñan civismo porque carecen de esa virtud, básicamente están vinculados a la política no para edificar una nación, sino para tentar las canonjías y vituallas que da, con puntualidad, el Estado.
Que un país deposite su fe en semiprofesionales, de muy dudosa solidez intelectual o científica en sus ramas y ¡peor aún! en el ejercicio de sus actividades, da como resultado y hay cientos de noticias alusivas: fraudes, estafas, malas terapias, engaños, timos.
En Perú somos magos para la armazón de edificios oratorios vacíos pero impactantes. Nos llenamos de incoherencias que parecen “decentes” y “reflexivas”. Entonces una minoría ridícula en el Congreso, pareciera gobernarlo por su capacidad de hacer bulla.
La algarada, turbamulta, caballazo son prácticas muy extendidas que basan en el montón sus bondades y calidad profesional. No siempre la masa responde correctamente, también se equivoca al calor de la pasión o de la temperatura anímica mal informada.
Por ejemplo, la llegada de los vagones y locomotoras traídas o importadas por el alcalde de Lima, desató polémica a todo nivel. ¿Servirán o no servirán?, ¿serán declarados como chatarra y luego comprados por algún vivo o vivazos a precio basura?, ¿se los llevarán a otros tramos más rentables, en el mismo Perú, para usufructuar de mercadería baratija pero en buen estado y para engordar bolsillos de unos muy hábiles estafadores?
Así de simple.
Que Perú tenga algo así como 150 “universidades” nos debería dar vergüenza porque hemos permitido que el título o grado universitario se obsequie como si fuera anticucho o choncholí de esquina, sabrosos y picantes, pero de muy efímera repercusión en el porvenir de la Patria.
Y no pasa sólo en estas “universidades”. ¿Se acuerdan de un obeso idiota, muy alto, que se hacía llamar “doctor”, hasta que fue desenmascarado por uno de sus ex profesores?
La falta de actitud, determinación y criterio son parte del ADN social fallido del Perú.
Soluciones radicales son necesarias y entre éstas, la pulverización de garitos que dicen dar educación haciendo ricos y millonarios a sus inmorales promotores que actúan a sabiendas y con dolo cínico.
¿Qué están forjando nuestras universidades? ¿Profesionales de y para el Perú o simples mandaderos para las empresas transnacionales? Una cosa es estudiar con la ineludible comprensión que todo aquel que arriba al plano profesional tiene un compromiso con el país y sus 33 millones de habitantes, y otra, muy distinta, entrenarse para ser uno más de la multitudinaria cadena de transmisión opresiva que impulsan las grandes empresas mundiales en Perú.
¿Hay distinción entrambos conceptos en el enorme archipiélago de estas casas de estudios nacionales? Dijo, alguna vez, en lúcida interpretación, Luis Alberto Sánchez: la universidad no es una isla. O, ¿estamos creando un ejército de Simpáticos Saltimbanquis Urbanos (SSU)?” (¿Universidades o despensas para las transnacionales?)
El educador chileno Pedro Godoy dedicó un estudio al tema educacional y apuntó, entre otras, estas consideraciones:
“Hoy –ante el crepúsculo de las ideologías- se opina que no se trata de una educación individualista o colectivista, ni burguesa o proletaria, ni mucho menos confesional o laica, sino de una educación adecuada a la sociedad desarrollada. ¿Significa esto atribuir todo el desarrollo económico a la educación económica? ¡No! Pero, sí es un factor valioso. Del mismo modo sería un error atribuir nuestro subdesarrollo sólo a una estructura escolar desvinculado del quehacer productivo. Esta constituye sólo un factor concomitante.
Desde otro ángulo, la educación tecnoeconómica no es el elíxir maravilloso que inyecta vigor a la economía, despertando a una colectividad aletargada. Apenas si es uno de los ingredientes indispensables para el “il risorgimento” nuestro.
Ningún estrato aparece capacitado para los múltiples desempeños que exigen el desarrollo y, específicamente, el industrialismo…. Esta observación es válida tanto para el vástago del ignaro “picante” como para el retoño del encumbrado “palogrueso”, pasando por la progenie del “medio pelo”.
Sobran, pues los teóricos de la economía, mientras existe un déficit in crescendo de expertos en coordinación y dirección de empresas. Más que eso, son insuficientes las personas que anhelan fundar su propia empresa. Ello obliga a revisar el tipo de profesionalización proporcionado por los centros de enseñanza superior. Estos, pareciera, fomentan un prurito investigativo, tienden a desvincular el aprendizaje de la práctica, produciendo no tecnólogos superiores, sino pichones de presuntos cientistas. No empresarios, sino burócratas. Libro negro de la educación; Pedro Godoy, Santiago, enero 2006.