Muertos Vivientes son candidatos en Perú
Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
12-8-2025
Muertos Vivientes son candidatos en Perú
"Muertos vivientes" es una frase en español que se traduce como "living dead" en inglés y se refiere a criaturas que, aunque muertas, son capaces de moverse y actuar, como zombies o vampiros. La idea de los muertos vivientes es común en el género de terror y fantasía, apareciendo en diversas formas como zombis, fantasmas, esqueletos reanimados, y vampiros.
En nuestro país, y para las elecciones del 2026, decidieron hacer acto de presencia pública.
Anacrónicos y decadentes estos personajes no tienen nada que ofrecer a excepción de sus viejas costumbres en el tráfico de influencias en que son expertos y habilosos constructores de imperios de corrupción.
Repulsivos, semi-tartamudos y profundamente mediocres, consiguieron certificados de buena conducta de tribunales, de entidades mil y cómplices aquiescentes a sus peticiones que tienen que ver con favores y apetitos saneados con dinero sucio.
¡Tienen muerta el alma!
Antonio Muñoz Feijoo (1851-1890), anticipó, con visión poética preclara, la aparición de esta clase de especímenes y les dedicó estas líneas:
"No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía."
¿Qué clase de casta política es la peruana que, en lugar de comprender su fragilidad, se interna en la discusión bizantina de ajusticiamientos, banalidades inferiores, acomodos y reacomodos, blindajes y corazas ante futuros juicios y no piensa en el país?
Sin duda una banda de gavillas políticas que tiene el alma muerta y vive todavía. Son los Muertos Vivientes.
Basta con revisar los miedos de comunicación y el pus brota con tan solo aplicar el dedo porque zutano le dice a perencejo y el otro fulano agravia al resto.
En sinfonía fallida, los rebuznos de todos los clubes electorales, no atisban siquiera a entender al fenómeno geopolítico que viene de Asia y nos inunda todo el cuerpo económico del país y nos reta a conquistar caminos de dignidad y ciencia.
Y la inacción de la sociedad civil perturba por su miopía y abulia.
Los Muertos Vivientes desdeñan la integración latinoamericana que nos daría fuerza de pueblo-continente y voz autónoma y respetable en el mundo.
Desunidos como estamos, los latinoamericanos, estamos condenados a ser escenario, tabladillo y mirones de las guerras entre los imperialismos: el tradicional norteamericano que hará lo imposible por defenderse del chino, sin olvidarse de los rusos.
Para construir un futuro digno, justo y culto para el Perú se necesitan hombres y mujeres plenos y convictos de sus ideas, voluntades y propósitos.
Los Muertos Vivientes carecen de dignidad, cuando oyen las palabras cultura y decencia, sacan sus pistolas para fulminar a los portavoces.
Frisando las ocho décadas, una mayoría multipartidaria, de diestra y siniestra, los Muertos Vivientes disfrazan sus actos pandilleros y les llaman experiencia para gobernar. Pero el resto del país los intuye como réprobos y falsarios, agentes de lo protervo y podrido.
Hemos tenido gerontes cuyas ideas hoy son estudio en grandes institutos de investigación de prestigiosas universidades del mundo. A su ilustración cultural e intelectual, unían su idoneidad y decencia como personas que NO eran vulgares ladronzuelos como gran mayoría de los Muertos Vivientes.
La abulia y falta de cultura de toda índole de los integrantes de los clubes electorales, acepta cualquier adefesio como candidatos. ¡Aunque estos garanticen -¡qué ironía cruel!- la absoluta derrota y tragedia, prolegómeno incontestable de los funerales.
Don Manuel González Prada, acuñó versos que gustaba repetir Haya de la Torre:
“Para verme con los muertos,
ya no voy al camposanto.
Busco plazas, no desiertos,
para verme con los muertos.
¡Corazones hay tan yertos!
¡Almas hay que hieden tanto!
Para verme con los muertos
ya no voy al camposanto”. (Triolet)
Juventud y vejez, amanecer y atardecer, pueden acompasarse en la creación heroica del tejido nacional y bajo la premisa que unidos todo lo podemos y que desunidos, nada somos.
¿Será una trágica constante, al cabo de años de apostolado, de no evadir los temas esenciales del drama, luciendo el coraje moral de estar contra los mandarines, tener, sin prensa adicta, un atardecer escéptico por el silenciamiento?”
Nuestras vidas son cantos de vida y esperanza. Vida porque ante la monra innoble de los Muertos Vivientes, enfrentamos el sublime valor que camina hasta por las alamedas del sacrificio y el apostolado por la victoria de nuestros ideales. Esperanza porque ésta rompe los diques más cerrados y marca los potros de bárbaros Atilas que cantaba César Vallejo. Y aquí estamos como en el comienzo porque las grandes causas no perecen por el miedo.
Es hora de tender los puentes generacionales, a la Patria la levantamos todos.